Las últimas caídas del S&P 500 están dejando a más de uno con la ceja levantada y la cartera temblando. Y no es para menos. En cuestión de días, el mercado ha pegado un bajón serio. ¿El causante? Donald Trump, que en su segundo mandato como presidente de Estados Unidos ha vuelto a hacer sonar las alarmas con una jugada que ya conocemos: subir aranceles.
El pasado 2 de abril de 2025, Trump anunció un nuevo paquete de medidas que no ha dejado indiferente a nadie: un 10% de arancel a todas las importaciones, más cargas extra del 20% al 54% para países como China, la Unión Europea y Japón. Para rematar, impuso un 25% de impuesto sobre automóviles y piezas importadas. Él lo llamó “el Día de la Liberación Económica”. Los mercados, en cambio, lo leyeron como el inicio de una nueva guerra comercial.
El efecto dominó: pánico en Wall Street
No hubo que esperar mucho para ver las consecuencias. Al día siguiente, el Dow Jones se desplomó 1.679 puntos (una caída del 4%), el S&P 500 bajó un 4,8% y el Nasdaq se dejó casi un 6%. Fue el peor día para los tres índices desde la época de la pandemia, allá por 2020.
Y es que cuando se sacuden los cimientos del comercio internacional, la bolsa responde con miedo. Menos exportaciones, menos beneficios, más costes… y la incertidumbre campando a sus anchas.
China no se queda callada
Como era de esperar, China respondió casi de inmediato. El 4 de abril, anunció un arancel del 34% a todos los productos estadounidenses, que entrará en vigor el 10 de abril. No es solo una respuesta simbólica: es un golpe directo a las exportaciones americanas.
Y cuando las dos economías más potentes del mundo se enzarzan a lanzarse piedras, el resto del planeta se lleva las esquirlas. El comercio se enfría, las empresas se replantean inversiones, y la tensión se cuela en todos los sectores.

Esto ya lo vivimos: el error de los años 30
A muchos esta película les suena. En 1930, durante la Gran Depresión, Estados Unidos aprobó el Acta Smoot-Hawley, que subía los aranceles a miles de productos importados. ¿El resultado? Una cascada de represalias de otros países, una caída brutal del comercio mundial y, para colmo, una recesión todavía más profunda.
Hoy, casi un siglo después, el temor es que volvamos a tropezar con la misma piedra.
Los bancos se ponen nerviosos
JPMorgan Chase, uno de los grandes de Wall Street, no ha tardado en hacer sonar las alarmas. Han subido la probabilidad de que Estados Unidos entre en recesión del 40% al 60%, y han advertido de que este paquete de aranceles representa el mayor aumento fiscal desde 1968. Una declaración potente, que deja claro que la cosa va en serio.
Cuando los bancos hablan así, no es por hacer ruido. Saben que subir aranceles tiene consecuencias: precios más altos, consumo más débil, empresas recortando gastos… y todo eso puede acabar desembocando en una crisis.
¿Y ahora qué?
Pues estamos en un momento de esos donde nadie sabe muy bien qué puede pasar. Puede que esto se quede en una simple sacudida de mercado… o puede que estemos presenciando el arranque de algo más grande.
Lo que está claro es que los mercados no están cayendo por casualidad. Hay motivos, hay miedo, y hay una historia que parece repetirse. El S&P 500, que refleja la salud de las grandes empresas estadounidenses, nos está diciendo algo: el mundo no ve con buenos ojos esta nueva oleada de proteccionismo.
Habrá que estar atentos. Porque cuando los políticos juegan con fuego económico, los que se queman suelen ser siempre los mismos.