¿Qué es KKR y por qué suena tanto últimamente?
KKR son las siglas de Kohlberg Kravis Roberts & Co., una de las mayores firmas de inversión del mundo. Fundada en 1976 en Nueva York, KKR gestiona cientos de miles de millones de dólares en activos, repartidos entre empresas cotizadas, infraestructuras, fondos de crédito, private equity, inmobiliario y más. Si algo tiene valor o potencial de crecimiento, probablemente KKR haya puesto dinero en ello.
En el mundo de la inversión, KKR es sinónimo de estrategia, rentabilidad y riesgo. Pero en las últimas semanas, el nombre ha saltado a los titulares por un motivo muy distinto: su relación con la cultura y la política internacional.
La polémica con los festivales españoles
Todo estalló tras conocerse que KKR es propietario de Superstruct Entertainment, un conglomerado de promotoras de eventos que controla festivales como Viña Rock, Arenal Sound, FIB Benicàssim, Resurrection Fest, Sónar y otros tantos en Europa. Esta compra se cerró en 2024 y desde entonces, la firma estadounidense ha estado detrás del capital de numerosos festivales españoles de gran repercusión.
Hasta ahí todo parece una jugada empresarial más. Sin embargo, lo que ha encendido las alarmas en la comunidad artística y parte del público ha sido la relación indirecta de KKR con actividades económicas en territorios ocupados de Palestina, vinculadas al Estado de Israel. La acusación: que el fondo estaría, de forma indirecta, implicado en el sostenimiento de políticas que vulneran derechos humanos según organizaciones como Human Rights Watch o Amnistía Internacional.
¿El resultado? Un aluvión de cancelaciones de artistas. Desde grupos como Sons of Aguirre & Scila, Reincidentes, Porretas o Fermín Muguruza hasta artistas internacionales en Sónar como Juliana Huxtable o Animistic Beliefs. Todos ellos han decidido no actuar en festivales bajo la órbita de KKR, como gesto de boicot y solidaridad con Palestina.

¿Qué relación tiene KKR con Israel y Palestina?
Aquí es donde el asunto se complica, porque no hablamos de una relación directa. KKR no es una empresa israelí ni tampoco una entidad con fines políticos. Es un fondo de inversión que compra, vende y gestiona participaciones en múltiples empresas. Algunas de esas empresas —como puede ser ICS Ltd. o participadas del sector tecnológico o de infraestructuras— han sido señaladas por tener actividad en territorios ocupados por Israel en Cisjordania o Jerusalén Este.
Organizaciones propalestinas han denunciado estas conexiones como parte de un entramado económico que ayuda a financiar la ocupación y el apartheid. Estas acusaciones no son nuevas: forman parte de una campaña internacional de boicot (BDS) que busca aislar económicamente al Estado de Israel como forma de presión para frenar las políticas contra el pueblo palestino.
Ahora bien, decir que KKR «apoya el genocidio» es una frase propagandística y exagerada, que no resiste un análisis riguroso. La empresa no participa en conflictos ni diseña políticas militares. Lo que sí es cierto es que su capital puede estar presente en empresas implicadas en proyectos urbanísticos o tecnológicos en territorios que la ONU considera ocupados. Y eso, desde una óptica ética, es suficiente para que ciertos colectivos culturales decidan desvincularse.
¿Genocidio o conflicto geopolítico?
Llamar “genocidio” al conflicto palestino-israelí es, para muchos, una cuestión ideológica más que jurídica. El término implica la intención sistemática de eliminar a un pueblo, algo que las instituciones internacionales no han afirmado con rotundidad en el caso de Israel. Sin embargo, sí existen resoluciones y condenas por violaciones graves de derechos humanos, desproporción en el uso de la fuerza y políticas discriminatorias hacia la población palestina.
Desde octubre de 2023, tras los ataques de Hamás y la respuesta masiva del ejército israelí sobre Gaza, la opinión pública internacional ha vuelto a polarizarse. Artistas, políticos y ciudadanos se posicionan a un lado u otro, y eso ha llegado hasta los festivales y el capital que los sostiene.
Lo que estamos viendo es un caso clásico de boicot cultural por motivos ideológicos. La presión social ya no se dirige solo a gobiernos, sino también a empresas y fondos que, aunque no participen directamente, se benefician o participan en esos entornos.

¿Y como inversores? ¿Tiene sentido invertir en KKR pese a la polémica?
Una vez entendido el contexto ético y mediático, toca hablar con la frialdad del análisis financiero. Desde el punto de vista del inversor, la clave no es solo lo que se dice en redes o lo que opinan los artistas, sino cómo afecta eso —si lo hace— al negocio de KKR, a su cotización, a su rentabilidad y a sus perspectivas a largo plazo.
Por ahora, la polémica con los festivales tiene un impacto reputacional, pero no financiero. Los festivales musicales son una parte ínfima del imperio de KKR. La empresa gestiona más de 500.000 millones de dólares en activos, con intereses en sectores tan variados como energía, telecomunicaciones, seguros, residencias de mayores, farma, educación o crédito empresarial.
En otras palabras, si KKR fuera una ciudad, los festivales serían una tienda de barrio. Aunque salga en las noticias, no cambia la economía de la ciudad.
¿Qué rendimiento ha ofrecido KKR en los últimos años?
Desde su salida a bolsa, las acciones de KKR han sido un vehículo atractivo para quienes buscan exposición al mundo del private equity y las finanzas alternativas. Su modelo de negocio combina ingresos recurrentes por comisiones de gestión con beneficios por el éxito de las inversiones que realiza para terceros.
Históricamente, ha ofrecido una rentabilidad superior a la del S&P 500 en algunos periodos, aunque con una volatilidad mayor y una fuerte sensibilidad a los ciclos económicos. Cuando los mercados van bien, KKR suele dispararse. En épocas de crisis o tipos de interés muy altos, se resiente más que otras gestoras tradicionales.
Además, paga dividendos regulares y suele recomprar acciones, lo cual refuerza el atractivo para inversores de largo plazo.
¿Cómo se puede invertir en KKR desde España?
Aunque KKR no es un fondo de inversión al uso, sí cotiza como empresa pública en la Bolsa de Nueva York (NYSE) bajo el ticker KKR. Cualquier persona con acceso a un bróker que permita operar en EE.UU. puede comprar acciones de la compañía.
También puedes tener exposición a KKR de forma indirecta a través de algunos ETF del sector financiero, como:
- SPDR S&P Capital Markets ETF (KCE)
- iShares U.S. Financial Services ETF (IYG)
- Global X Alternative Asset Management ETF (ALTF) – cuando está disponible.
Otra opción es invertir en productos que KKR gestiona o respalda, como:
- KKR Income Opportunities Fund (KIO) – un fondo cotizado que invierte en renta fija de alto rendimiento.
- KKR Real Estate Finance Trust (KREF) – una REIT centrada en financiación inmobiliaria.
Estos productos pueden no estar disponibles en todos los brókers españoles, pero algunos como Interactive Brokers, DEGIRO o MyInvestor ofrecen acceso a parte de ellos.
¿Hay riesgos éticos al invertir en KKR?
Si te preocupa la inversión ética o sostenible (lo que se llama ESG: Environmental, Social and Governance), KKR no es precisamente un ejemplo de transparencia absoluta. Aunque ha desarrollado políticas ESG en los últimos años, sigue siendo una firma de capital riesgo que busca rentabilidad agresiva y no evita participar en sectores polémicos si el retorno lo justifica.
Por tanto, si eres un inversor con una fuerte convicción moral o vinculado al activismo propalestino, quizá esta no sea tu opción ideal. Pero si buscas diversificación internacional, exposición a sectores alternativos y una gestora sólida con trayectoria, KKR puede encajar perfectamente en una cartera bien construida.
Conclusión: entre la moral y el mercado
Lo ocurrido con los festivales españoles ha sido un ejemplo claro de cómo la política, la ética y las finanzas se entrecruzan en el mundo globalizado. KKR se ha convertido en diana de una protesta cultural por su participación indirecta en actividades que ciertos colectivos consideran inmorales. Sin embargo, desde el punto de vista del inversor, la compañía sigue siendo un actor relevante, potente y rentable en el mundo de la inversión alternativa.
Cada persona debe decidir dónde traza su línea: si prioriza el retorno económico o la coherencia ética. Pero como siempre, conocer el contexto completo permite decidir mejor. Y eso, en inversión, lo es todo.
